Por El Televidente
Igual, igualito, igualititito a que uno le vendan gato por liebre cuando se fue a comprar perro, El Nazca se erige como el emporio de los timos al intelecto de profanos y cultivados. Ya no me refiero siquiera a un espectáculo digno, de alto nivel, no carajo, no; cualquier expectativa hacia cojudeces merecedoras de una risa estruendosa es frustrada en el acto, al haberse consagrado dicho hoyo a la expectoración ininterrumpida de pálidas copias de mongolismos entrañables. La hipermierda que ahí se encuentra, capaz de derrumbar quimeras de jovialidad sin pretenciones, aburre hasta a un autista, sus estancias apestan a octogenaria con incontinencia urinaria y sus organizadores deberían ser obligados a escribir con tiza sobre la pista de la panamericana norte: "Juro por Dumas y Verne dejar de pajearme con Eielson y comprometerme a redactar algo recién cuando entienda el Coquito" quinientos trillones de veces.
Junasgranputas caraju, como decía mi abuelita.
Bueno, repasemos las últimas diarreas.
Los tenientes me llamaron, ordenándome ir al Nazca. Antes de rebelarme mismo estudiante de la facultad de letras de la UNT con ínfulas literarias (y en su variedad betobolañosa), Mr. Jueves me juró que sería el feliz poseedor de un ticket vitalicio a cuanto concierto den Los Azulejos. La carne es débil así que atraqué.
Llegué cuando la huevadita estaba por comenzar. Camuflado entre la chusma, observé detenidamente. Jano GoaGoa no se andó con rodeos a la hora de demostrar que lo suyo con la poesía es algo parecido a eso de las putas peras y el olmo. Intenté concentrarme, expedir la necesaria energía kundalini yodanística y seiyaniana a fin de percibir un sentimiento de humor, involuntario claro está, pero humor a fin de cuentas. Nada mierda. Etéreos oleajes de vergüenza ajena me iban cubriendo apasionadamente.
Cesarín El Que Habita en un Castillo, tiene la dicción de un bacín y la personalidad escénica de un recipiente de sillao a medio uso (¿ah? que tal...cópienme esas protometaforas, culopatas); sus versos eran cualquier cosa menos eso y su intervención podría ser definida como: "cirncuncídenlo sin anestesia” (Robert Ervin Howard, 1930).
Confieso que tuve un ataque de narcolepsia durante el tiempo que se le otorgó a Victoriano El Que Habita en un Palacio (carajo con los niños nobiliarios). ¿Me perdí de algo?
Apenas acabó el trío me largué a toda prisa, dirigiendo toda mi Fuerza y cosmoenergía kundalini hacia el esfínter. Debía evitar un amotinamiento de heces. Me había dado ganas de cagar y ni cagando cagaría ahí (dispensen la semiredundancia o cacofonía, aunque quizá la añada como copla nazquera). Me quedé con la duda si el Vito Vientre amplió su récord de imbecilidades o si hubo alguna performance poetiquienta a cargo de fumones analfabetos.
Aviso nuevamente a los injuriados que el excelso autor de estas líneas es _ además de lo anteriormente señalado _ cinta arcoiris en kumite. Las imágenes que acompañan el presente artículo dan fe de ello.
Igual, igualito, igualititito a que uno le vendan gato por liebre cuando se fue a comprar perro, El Nazca se erige como el emporio de los timos al intelecto de profanos y cultivados. Ya no me refiero siquiera a un espectáculo digno, de alto nivel, no carajo, no; cualquier expectativa hacia cojudeces merecedoras de una risa estruendosa es frustrada en el acto, al haberse consagrado dicho hoyo a la expectoración ininterrumpida de pálidas copias de mongolismos entrañables. La hipermierda que ahí se encuentra, capaz de derrumbar quimeras de jovialidad sin pretenciones, aburre hasta a un autista, sus estancias apestan a octogenaria con incontinencia urinaria y sus organizadores deberían ser obligados a escribir con tiza sobre la pista de la panamericana norte: "Juro por Dumas y Verne dejar de pajearme con Eielson y comprometerme a redactar algo recién cuando entienda el Coquito" quinientos trillones de veces.
Junasgranputas caraju, como decía mi abuelita.
Bueno, repasemos las últimas diarreas.
Los tenientes me llamaron, ordenándome ir al Nazca. Antes de rebelarme mismo estudiante de la facultad de letras de la UNT con ínfulas literarias (y en su variedad betobolañosa), Mr. Jueves me juró que sería el feliz poseedor de un ticket vitalicio a cuanto concierto den Los Azulejos. La carne es débil así que atraqué.
Llegué cuando la huevadita estaba por comenzar. Camuflado entre la chusma, observé detenidamente. Jano GoaGoa no se andó con rodeos a la hora de demostrar que lo suyo con la poesía es algo parecido a eso de las putas peras y el olmo. Intenté concentrarme, expedir la necesaria energía kundalini yodanística y seiyaniana a fin de percibir un sentimiento de humor, involuntario claro está, pero humor a fin de cuentas. Nada mierda. Etéreos oleajes de vergüenza ajena me iban cubriendo apasionadamente.
Cesarín El Que Habita en un Castillo, tiene la dicción de un bacín y la personalidad escénica de un recipiente de sillao a medio uso (¿ah? que tal...cópienme esas protometaforas, culopatas); sus versos eran cualquier cosa menos eso y su intervención podría ser definida como: "cirncuncídenlo sin anestesia” (Robert Ervin Howard, 1930).
Confieso que tuve un ataque de narcolepsia durante el tiempo que se le otorgó a Victoriano El Que Habita en un Palacio (carajo con los niños nobiliarios). ¿Me perdí de algo?
Apenas acabó el trío me largué a toda prisa, dirigiendo toda mi Fuerza y cosmoenergía kundalini hacia el esfínter. Debía evitar un amotinamiento de heces. Me había dado ganas de cagar y ni cagando cagaría ahí (dispensen la semiredundancia o cacofonía, aunque quizá la añada como copla nazquera). Me quedé con la duda si el Vito Vientre amplió su récord de imbecilidades o si hubo alguna performance poetiquienta a cargo de fumones analfabetos.
Aviso nuevamente a los injuriados que el excelso autor de estas líneas es _ además de lo anteriormente señalado _ cinta arcoiris en kumite. Las imágenes que acompañan el presente artículo dan fe de ello.
Así está mejor.
Sumisión y respeto, monos.
Sumisión y respeto.
I,ll be back (Arnol Chuarsneguer, 1984) con el pobre tipo que no pudo contener su risa ante el vitovientrenismo puro y duro y sirviendo de corrector de estilo al primer artículo de nuestro nuevo corresponsal: Harry Callahan.
A toda la ciudanía.
ResponderEliminarDesde este reluciente y teratológico espacio, se anuncia el lanzamiento de César Carlos Castillo García, como candidato al sillón municipal. El futuro burgomaestre promete la re apertura de la disco The Cage, la férrea defensa de los tracas de la Calle Junín, el aumento de sueldo a las vendedoras de periódicos, y barra libre todos los fines de semana en Punto G Discoteque. Además, entre sus proyectos más conspicuos y urgentes, figura la transformación de Huanchaco en la primera Playa Nudista Gay de todo el norte del país, así como la modificación de su nombre por: “Antes de que me la metas, enamórame primero pues”.
Así que ya sabe joven, jovencita, marque el nenúfar y ¡tiquitiquití! Total, está de moda que los cabros se lancen a la política.
Chicho es… ¡TU ALCALDE!
el único poeta de trujillo, más uno muy amigo mío. los demás viven del arte. qué pasa con mi delicado y bien amado cesítar, tiene todo mi apoyo
ResponderEliminargiuliana llamoja hilares